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Compartir datos de salud y la nueva normalidad

La desescalada de la cuarentena trae consigo la idea de una “nueva normalidad”. ¿Qué significa esto? Pues, que los modos de vida se trastocan. En lo sucesivo, quizás sea necesario acostumbrarse al uso de: guantes, tapabocas y lavarse las manos constantemente.

Igualmente, surge el criterio de compartir datos en esta nueva normalidad. Tales datos, son de salud, pero se extienden a una gran cantidad de circunstancias. Básicamente, se desea saber si una persona es portadora o potencial transmisor del coronavirus.

¿Ya se está usando el criterio de compartir datos?

En países de Asia ya se ha empezado a implementar. Por ejemplo, los policías chinos usan escáneres digitales de temperatura, cuyos resultados son acopiados en servidores. De esa manera, reúne información sobre cada persona respecto a su variación térmica corporal.

Igualmente, se ha usado una App que registra el grado de salud de una persona. Esto abarca una cantidad de datos bastante heterogénea:

  • Saber si ha padecido coronavirus.
  • Registrar si la persona ha evidenciado síntomas de esta enfermedad: tos, fiebre, dificultad para respirar, etc.
  • Uso de GPS para rastrear las zonas por las que cada individuo se desplaza: trabajo, hogar, etc. Así, se descarta si ha permanecido en sitios con incidencia del COVID 19.
  • Sondeo de personas con quienes se haya tenido contacto. Un registro muy completo que permite saber si se ha estado cerca de quienes han tenido coronavirus.
  • Las empresas e instituciones plantean hacer estos registros diarios. Esto se hace por medio de escáneres y pruebas cotidianas. De ese modo, si una persona muestra sospechas del virus, se le impide entrar a las instalaciones y contagiar al resto de la plantilla laboral.

Otra cuestión importante: los datos compartidos en esta nueva normalidad son públicas. Todo lo que se sondea de cada persona pasa a un servidor general. De ese modo, se tiene información sobre todos los habitantes y se les hace un seguimiento.

¿Estos datos no afectan la privacidad de las personas?

Este es un punto de debate. Curiosamente, ya en países como China existían críticas por el uso de sistemas satélites que espían a la población. Esta misma tecnología es la que se emplea ahora para acopiar los datos de salud de las personas.

Vale decir que la nueva normalidad y los datos compartidos de salud no es algo que agrade a la colectividad. La gente considera que mucha de la información recabada conlleva a dejar a la vista cuestiones personales.

Sin embargo, por otro lado, se esgrime que tocará acostumbrarse a esta situación. ¿Por qué? Pues, es una manera eficaz de controlar el COVID 19.

Asimismo, no solo existe el derecho a la privacidad. Igualmente, está el derecho a saber si la persona con la que se interactúa es portadora del coronavirus.  Algo similar a lo sucedido con el VIH en sus inicios, cuando se exigían exámenes de salud a las parejas antes de la intimidad.

El uso de datos personales de salud: ¿cuál es la actual normalidad?

Ocurre que, en la normalidad previa al coronavirus, este tipo de información solo se recababa y compartía bajo permiso de las personas. Además, se hacía únicamente en escenarios de investigación.

No obstante, ahora compartir datos de salud implica otra normalidad. El coronavirus se ha expandido por todos los países. Las sociedades deben aprender convivir con este agente infeccioso. Por ende, quizás todos tenemos el deber de hacer públicos nuestros registros de salud.

Como se aprecia, el COVID 19 no solo altera las acciones de las personas, sino también, afecta consideraciones sobre ética y privacidad. ¿Son más importantes los derechos personales o colectivos?

La realidad es que, en lo sucesivo, compartir nuestros datos de salud en una nueva normalidad post-coronavirus puede volverse inevitable.